por El Confidencial
AUTOR C. OTTO.
Tras su publicación en el BOE, el pasado jueves entró en vigor la Ley de mecanismo de segunda
oportunidad, reducción de la carga financiera y otras medidas de orden social, popularmente
conocida como Ley de Segunda Oportunidad. Dicha ley pretende ser un ligero balón de oxígeno para
pequeños empresarios y personas particulares, que de este modo encuentran un vehículo legal en
caso de que su aventura emprendedora haya fracasado y no puedan hacer frente a las deudas
contraídas.
Pero ¿quién puede acogerse a esta ley? Y en caso de hacerlo, ¿qué requisitos debe cumplir? ¿Hay
algún tipo de contraprestación negativa? Si tienes dudas sobre esta nueva disposición, te las
aclaramos en estas diez claves.
1.- ¿Quién puede acogerse a la ley?
La Ley de Segunda Oportunidad está diseñada, sobre todo, para ciudadanos particulares y para
profesionales por cuenta propia (autónomos). Esto supone una clara novedad, ya que, hasta ahora,
sólo las empresas contaban con un vehículo legal claro para pedir la exoneración de sus deudas.
Esta ley incluye a particulares y autónomos que hayan fracasado en su aventura empresarial, que
hasta ahora debían afrontar sus deudas con su patrimonio presente y futuro.
2.- ¿Cuál es el primer paso para acogerse a ella?
En primer lugar, el emprendedor/deudor deberá intentar alcanzar un acuerdo extrajudicial con sus
acreedores. En este proceso, que será tutelado por un juez, el deudor podrá liquidar sus bienes para
abonar las deudas que pueda pagar o pactar un calendario de pagos para hacer frente a dichas
deudas.
3.- ¿Qué requisitos hay que cumplir para que el acuerdo extrajudicial sea fructífero?
La ley establece varias condiciones. Entre ellas:
- Que el deudor compense a sus acreedores con la cesión de los bienes no necesarios para el
ejercicio de su actividad profesional o con acciones de su propia compañía. En ambos casos,
el valor de los bienes o las acciones deberá ser igual o inferior a la cantidad adeudada. - Que el emprendedor proponga a sus acreedores un plan de viabilidad y un calendario de
pagos para hacer frente a las deudas. El plazo para realizar dichos pagos no podrá superar
los diez años.
4.- ¿Hay alguna figura que ayude en la negociación?
Sí. Al ser un proceso tutelado por un juez, el emprendedor podrá solicitar la ayuda de un mediador
concursal, que hará de interlocutor entre el emprendedor/deudor y sus acreedores. Si finaliza el
proceso de negociación (de unos dos meses aproximadamente) y no se ha alcanzado un acuerdo, el
deudor y el mediador concursal podrán solicitar ante el juez el concurso de acreedores voluntario.
5.- ¿Qué requisitos hay que cumplir en el concurso de acreedores?
Una vez que el emprendedor haya solicitado el concurso de acreedores voluntario, el juez podrá
exonerarle de gran parte de sus deudas bajo dos condiciones: en primer lugar, que el propio juez
considere que el deudor ya no tiene dinero ni activos para afrontar sus deudas; en segundo lugar,
que dicho deudor haya demostrado obrar de buena fe.
6.- ¿Qué es exactamente eso de la «buena fe»?
Es uno de los puntos más importantes (y polémicos) de todo el proceso. Para que el emprendedor
sea considerado un deudor de buena fe, deberá cumplir varios requisitos. Entre ellos:
- Que, antes de acudir al concurso, haya intentado alcanzar un acuerdo extrajudicial con sus
acreedores. - Que no haya sido declarado culpable en el concurso de acreedores. Es decir, queel juez no
considere que su insolvencia ha sido provocada adrede por el propio emprendedor (lo que en
los concursos de acreedores tradicionales se denomina ‘administración desleal’). - Que, en los diez años anteriores a la petición de concurso de acreedores, el deudor no haya
sido beneficiado otra vez por la Ley de Segunda Oportunidad y que tampoco haya sido
condenado por delitos contra el patrimonio, contra el orden socioeconómico, de falsedad
documental, contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social o contra los derechos de los
trabajadores. - Que, en los cuatro años anteriores a la petición del concurso, el emprendedor no haya
rechazado una oferta de empleo «adecuada a su capacidad». Este es un punto polémico, ya
que la ley no detalla qué requisitos debe tener dicha oferta para considerarla «adecuada a la
capacidad» del deudor.
No todas las deudas desaparecen: las públicas (Hacienda y la Seguridad Social) seguirán vigentes
7.- ¿El emprendedor se libra de todas las deudas?
En realidad, no. A la hora de hablar de las deudas que pueden ser exoneradas,la ley establece dos
excepciones: «los créditos de derecho público y los créditos por alimentos». Es decir, aunque se libre
de las deudas privadas (bancos, proveedores…), el emprendedor seguirá teniendo que hacer frente
a las deudas contraídas con la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, así como a la manutención
alimenticia de sus hijos en caso de estar divorciado.
8.- ¿Aparecerá el emprendedor/deudor en alguna ‘lista de morosos’?
Sí. Según el texto oficial, «la obtención de este beneficio se hará constar en la sección especial del
Registro Público Concursal por un plazo de cinco años».
9.- ¿Quién tendrá acceso a dicho registro?
Tal y como dicta la ley, el registro podrá ser consultado por «las personas que tengan interés legítimo
en averiguar la situación del deudor (…), así como las Administraciones Públicas y órganos
jurisdiccionales habilitados legalmente para recabar la información necesaria para el ejercicio de sus
funciones». Es decir, la lista podrá ser consultada por tres tipos de agentes sociales: las
Administraciones Públicas, los bancos (ante una petición de crédito, por ejemplo) o los posibles
clientes y proveedores del emprendedor.
La exoneración de deudas podrá ser revocada si se entiende que el emprendedor rompe la ‘buena fe’
10.- ¿Las deudas desaparecen para siempre?
En realidad, no. Cualquier acreedor podrá pedir al juez la revocación de la exoneración de deudas si,
en los cinco años posteriores a la admisión de la ‘segunda oportunidad’, el acreedor entiende que su
deudor ha obrado de mala fe o ha obtenido ingresos en negro (mediante economía sumergida). En
principio, la ley otorgaba a los acreedores un plazo de cinco años para descubrir estas ‘trampas’ por
parte del deudor; sin embargo, el texto final le concede un plazo ilimitado para hacerlo. Si el acreedor
pide la revocación de la exoneración de deudas y el juez la acepta, el emprendedor dejará de estar
sometido a esta ley y volverá a contraer sus deudas.